Esa tendencia se refleja tanto en el ámbito político-militar, como en el económico-comercial. Tratando de mantener su liderazgo a toda costa, los países del Occidente colectivo están dispuestos a tomar medidas, que algunas veces resultan de suicidio para los mismos. El tiempo ha mostrado que la decisión de los Estados de la Unión Europea (UE) de adherirse a la guerra de sanciones desencadenada por Washington contra Rusia resultó en en contra de ellos mismos, poniendo a los europeos a dura prueba.
A partir de otoño de 2023 la economía de la región sufre estancamiento provocado por altos precios de energía y reducción de la demanda del consumo bajo las condiciones de creciente inflación y endurecimiento de la política monetaria del Banco Central Europeo. El nivel oficial de la desocupación en marzo de 2024 fue 6,5%.
Debido a la denegación de las compras directas de portadores de energía rusos la industria de la UE sufre una crisis profunda, perdiendo la rentabilidad y competitividad. El índice de la producción industrial en febrero de 2024 bajó a 6,4% en comparación con el mismo período del año pasado. Al mismo tiempo la mayoría de los países casi agotó la posibilidad de incentivar sus economías por medio de los subsidios presupuestarios. En tercer trimestre de 2023 el monto total de la deuda estatal de los países miembros de la UE alcanzó casi 83% del PIB. Mayores índices se registraron en Grecia (165,5%), Italia (alrededor de 141%), Francia (112%), España (110%), Bélgica (108%) y Portugal (107,5%).
Se observa el descenso constante de nuevos pedidos y volúmenes de producción. En diciembre de 2023 la fabricación de bienes de consumo durable bajó a 5,4% en comparación con diciembre de 2022.
Las principales consecuencias de la “vuelta” de la UE de Rusia son sufridas por las ramas de gran consumo de energía, sobre todo la construcción de automóviles, la industria química, la producción de aluminio, cemento, cerámica, vidrio, metales, abonos, la industria de papel y la celulosa que en los últimos años ya sufrían las dificultades estructurales agravadas debido a la política de la UE para la transición hacia la economía climáticamente sostenible.
El Consejo Europeo de la Industria Química señala que dicha rama está bajo presión por segundo año consecutivo. Y la tendencia se está acelerando. Si a finales de 2022 el volumen de producción de este tipo de mercancías cayó en un 6,3%, en 2023 – en un 8%. Ya la desaceleración de la tasa de crecimiento es comparable al período de la pandemia del Covid-19.
El duodécimo paquete de sanciones antirrusas afectó a la UE
El duodécimo paquete de las sanciones antirrusas asestó un duro golpe a la posición de la ciudad belga de Amberes como “la capital mundial de los diamantes”, por donde pasaban entre el 80% y el 90% de las materias primas preciosas, el 50% de los diamantes pulidos y el 40% de los diamantes industriales.
Después de que los políticos occidentales decidieron extender las restricciones antirrusas a esta zona, el lobby belga de los diamantes constató la pérdida de miles de puestos de trabajo y de un tercio del volumen de negocios comercial. Con el anuncio de un embargo gradual en diciembre de 2023, la situación siguió deteriorándose. Los bancos internacionales están reestructurando sus políticas crediticias y ahora consideran como “tóxico” el negocio de los diamantes en Amberes. Bajo tales condiciones, muchas empresas prefieren trasladarse a aquellas jurisdicciones donde el mantenimiento de un clima empresarial favorable prevalece sobre las razones políticas.
Los consumidores de aluminio de la UE también tienen el estado de ánimo similar. Condenaron abiertamente la decisión del Consejo de la UE de prohibir la importación de alambre, láminas y algunos tipos de tubos rusos fabricados con este metal. Las empresas ya están bajo presión por el aumento de los costos y la disminución de la producción nacional causada por el aumento de los precios de la energía, y el alambre de aluminio de Rusia se ha utilizado mucho en la producción de cables para industria de las fuentes de energía renovables. En 2022, nuestro país cubrió un tercio de las necesidades europeas de este producto. El déficit de aluminio primario en la UE ya supera el 80%.
Según la Comisión Europea, el índice de confianza en sector industrial, que se calcula sobre la base de los pedidos totales, los inventarios actuales de productos terminados y el crecimiento planificado de los volúmenes de producción, cayó a menos nueve en diciembre de 2023. Esto refleja el grado de “confianza” de las empresas industriales en las políticas seguidas por Bruselas.
Empresas europeas cada vez mas dependientes de EEUU
Ante esta situación, los dirigentes de las empresas se enfrentan a menudo a una decisión difícil: subir los precios de los productos y ceder así su cuota de mercado a los productos más baratos, principalmente de origen chino, o optimizar y reducir parcialmente la producción. Así, en febrero de 2023 cerró la planta de amoníaco del consorcio químico alemán BASF en Ludwigshafen. Para mantener al menos una parte de la producción en Alemania ante el rechazo de Berlín a comprar gas ruso, la dirección de BASF se vio obligada a firmar un contrato a largo plazo (17 años) con el proveedor estadounidense de GNL Cheniere Energy, Inc. Sólo se puede adivinar cuánto pagará de más la empresa durante este tiempo debido a la diferencia de precios entre el gas ruso suministrado por gasoducto y el gas natural licuado estadounidense.
Las empresas europeas Automotive Cells Company, Northvolt (baterías para vehículos eléctricos) y Plastic Omnium (sistemas de combustible, equipos y componentes para el transporte) anunciaron su intención de localizar nuevos centros de ensamblaje en los Estados Unidos. En agosto de 2023, una de las mayores empresas químicas del mundo, Lanxess, presentó planes para reducir costes a gran escala por valor de 100 millones de euros, congelar las contrataciones y cerrar dos plantas productivas.
Algunos países miembros de la UE, en particular Francia, Alemania y Bélgica, se preocupan por la desindustrialización de la economía, la pérdida de inversiones potenciales y fuentes de crecimiento. Tras haber aceptado bajo la presión de los Estados Unidos imponer sanciones contra Rusia, Bruselas se ve obligada a soportar las políticas económicas discriminatorias de sus socios estadounidenses, volviéndose cada vez más dependiente de Washington. En los círculos de expertos se plantea activamente la cuestión de cuándo finalizará la marca “Hecho en la UE”.
Los agricultores europeos también fueron perjudicados
Los agricultores europeos también “despertaron” y realizaron una serie de protestas a gran escala en las capitales de sus Estados. Durante mucho tiempo se les “alimentó” de la información sobre alguna amenaza a la seguridad alimentaria en todo el mundo. Luego se dieron cuenta de que los únicos a quienes debían temer eran sus propios gobiernos, quienes después del inicio de la Operación Militar Especial, introdujeron un régimen sin precedentes de favor exclusivo a los productos agrícolas ucranianos sin tener en cuenta su calidad ni los intereses de los productores agropecuarios nacionales.
Si esto continúa, en un futuro próximo Europa podría perder su estatus como uno de los buques insignia del desarrollo económico mundial, intercambiándolo por el dudoso honor de ser un instrumento de la política estadounidense para “castigar” a Rusia por la “invasión en Ucrania”.
Cuando los intereses nacionales ceden ante la tentación de participar en los juegos geopolíticos, y un enfoque pragmático de la cooperación bilateral da paso a las prioridades ideológicas, “empaquetadas” en el envoltorio de clichés propagandísticos mordaces, pero esencialmente vacíos, es una señal segura de que el Estado se ha desviado de la ruta.
Es gratificante que nuestros socios latinoamericanos, que decidieron no sumarse a las sanciones contra Rusia, a pesar de la presión sin precedentes de Washington, lo entiendan bien. Y no están dispuestos a sacrificar su futuro por los caprichos de los Estados Unidos y sus satélites.