Un nuevo ataque de sicarios en Querétaro vuelve a poner en escena la inseguridad y el narcotráfico en México
Los ataques de grupos criminales organizados en diferentes Estados y ciudades mexicanas dejan sin control a las autoridades. Los expertos en el tema sostienen que los intereses de estos grupos ya no se centran solamente en el narcotráfico.
Fuente: https://www.canal26.com/
Este fin de semana pasado se produjo en México una nueva matanza en la ciudad de Querétaro, más precisamente en un bar llamado Cantaritos, la cual el gobierno local atribuyó a disputas entre grupos criminales.
Esta situación vuelve a echar por tierra la idea de la supuesta inmunidad de determinadas regiones mexicanas en donde la delincuencia sigue primando.
Según el gobierno mexicano, Querétaro no aparecía en el listado de ciudades prioritarias para atacar la delincuencia, caso contrario de regiones como Guanajuato o Michoacán, pero lo sucedido recientemente viene a romper con esa lógica.
La actuación de un grupo de sicarios en Querétaro volvió a poner en el mapa a este Estado como una de las zonas más peligrosas de México, donde murieron 10 personas y hubo otras tantas heridas.
Grupos criminales organizados ponen en jaque a México
No solo los lugares mencionados se ven afectados por la inseguridad de estos grupos criminales, sino otros Estados colindantes o incluso más alejados sufren inseguridad. Aquí se puede mencionar a Chiapas, Jalisco o Baja California.
En estos sitios, grupos criminales organizados afectan a la población y ponen en jaque a la estructura gubernamental, en donde se producen embestidas virulentas como las del sábado pasado.
Por todo esto, la idea de regiones «santuarios» propuestas por las autoridades cae en desuso, o más bien, nunca se aplicó. Esa noción de que en determinados lugares no había criminalidad o no se producían matanzas, como se planteaba con Querétaro, ya no puede seguir sosteniéndose.
Como plantean especialistas en la cuestión, esa idea se sostenía del argumento de que no había ataques porque solamente estaban presentes un solo grupo de actividad criminal. Pero ante la presencia de nuevos miembros hostiles, la «paz» circundante cae estrepitosamente.
“Nunca hubo santuarios. Era una fabricación de las autoridades, eso de decir que en tal o cual estado no había presencia del crimen”, señala David Saucedo, experto en las dinámicas del crimen, en charla con El País.
Y agrega: “En Chiapas siempre estuvo el Cartel de Sinaloa, en alianza con grupos locales. Con estas alianzas rotas, y la llegada del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), la violencia aumenta”.
“En Querétaro, igual, había una pax narca, pero ya no. Y el elemento que cataliza el cambio es el CJNG”, finaliza.
En ese sentido, Carlos Flores, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, CIESAS, plantea a El País que las matanzas ya no son por el dominio «tradicional» de estos grupos armados: “Ya no es solo por el narcotráfico, es por el huachicol, por la obtención de contratos públicos, la extorsión, un montón de cosas”.
Aquí entran en juego factores como el control por las rutas de trasiego de drogas, los migrantes, los mercados por donde pasan esas rutas, por yacimientos mineros, etc.
Finalmente, Flores detalla lo sucedido en Querétaro: “No se había visto una cosa como la de Querétaro. Lo que ocurrió muestra la fragilidad en general de la seguridad en cualquier entidad del país, incluso en las que parecen a salvo. Cualquier Estado se puede incendiar de la noche a la mañana, caso paradigmático de Querétaro, pero puede pasar en Yucatán también”.
Según informaron las autoridades, las atacantes en la matanza de Querétaro iban en busca de una persona que estaba en ese bar el sábado por la noche, Fernando González Núñez, de 31 años, a quien las fuentes federales identificaron como miembro del CJNG en dicha ciudad.