Se trata de un relevamiento realizado por la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA), cuyo titular Claudio Izaguirre manifestó a Diario Popular que «si hablamos de adictos a drogas, que incluye pastillas y drogas ilegales, son seis millones las personas afectadas. Y con mayor gravedad, entre tres y cuatro millones que están en muchísimo riesgo».
«Hablamos de personas que no obtienen ningún tipo de atención. En su mayoría, por su estado mental, no pueden pedir ayuda, no se presentan a espacios de asistencia, y cuando pueden concurrir no tiene respuesta inmediata. Cuando los adictos tienen un problema físico producto del consumo, son atendidos hasta que esa dolencia se subsana. Si la persona tiene problemas mentales por el consumo, aparecen rasgos esquizofrénicos, paranoicos o psicóticos, esa persona tendrá brotes, y luego lo mandan de nuevo a la casa. No se ataca el problema desde la base», señaló Izaguirre.
En ese sentido, también explicó que «en muchos casos, los adictos terminan robando, cometiendo suicidio o matan a otras personas, y para volver a la forma de cuidado debemos pensar en una nueva Ley de Salud Mental, porque necesitamos atender a las personas con problemas en tiempo y forma».
Asimismo, Izaguirre adelantó que «la Asociación prepara una serie de escritos para que lleguen a los senadores y diputados nacionales, entidades gubernamentales y otros espacios, para que comprendan este drama social que tenemos, con más de seis millones de adictos a las sustancias».
Para el experto, que trabaja con personas adictas desde hace décadas, «cuando el adicto no puede lograr su objetivo, primero ruega, reclama y hasta llora, luego se enoja, y si nadie cumple sus deseos termina haciendo cosas terribles, desde robar elementos del hogar, salir a delinquir a la calle, o lastimar a otras personas, incluso sus seres queridos, quienes son los únicos que lo ayudan como pueden».
«Lo cierto es que la enorme mayoría de las familias que atraviesan estas situaciones no pueden dominar a sus propios hijos. Tenemos casos de chicos de 15 años o menos que están realmente fuera de control. Su cerebro se maneja como el de un niño de cinco años. Hacen los berrinches, no tienen límites. Como se observa en muchos hechos, había discusiones con los padres porque les vendían todo. Esto ocurre en miles de hogares», dijo el titular de AARA.
Según el especialista, que trabajó en diversas entidades privadas y gubernamentales, «hay siempre muchos alertas, pero no son escuchadas o tratadas por la actual Ley de Salud Mental, que sostiene una ilusión, en relación a que quien consume supuestamente lo hace porque quiere, va a dejar cuando le parezca».
«El Estado está ausente de todo tipo de ayuda. La zona frontal del cerebro queda adormecida. Más que autoritario, estamos hablando de personas que se convierten en auténticos déspotas. Tendríamos que pensar en pararnos en las sandalias de Calígula, que decía tener el mundo a sus pies. Tenemos seis millones de Calígulas en este preciso instante en Argentina. Adictos con una enfermedad tan avanzada, y tan abandonados por las entidades del gobierno, que creen poder hacer lo que quieran. Seguramente no tienen atisbo de arrepentimiento. Pero está claro que requieren atención especializada», concluyó Izaguirre.