Un joven wichí pidió en el Congreso que la Justicia Federal intervenga ante su denuncia por tortura policial
Ismael Dante Ifrán relató ante los diputados nacionales lo que vivió en mayo de 2022, afirmando que los policías lo golpearon, lo torturaron y hasta amenazaron con “violarlo y matarlo”. Con La Mañana, reiteró su testimonio y afirmó que hasta el momento la causa en la Justicia provincial está frenada
Ismael Dante Ifrán, un joven de la comunidad Wichí de Ingeniero Juárez, volvió a exigir justicia tras denunciar haber sido víctima de secuestro, tortura y amenazas de muerte por parte de la Policía provincial el 15 de mayo de 2022. Por esta situación, además, perdió la visión de un ojo y no pudo trabajar donde lo hacía.
Tras haber relatado su caso durante la sesión de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de la Nación, dijo que su intención es que sea la Justicia Federal la que intervenga, aseverando que en el Poder Judicial de la provincia la causa está frenada.
Ifrán contó que todo comenzó en el Hospital Distrital Eva Perón de Juárez, donde se encontraba junto a su esposa atendiendo a su hijastro, quien había sufrido un accidente vial. Según relató, la Policía llegó en gran número -cinco o seis patrulleros y una camioneta con numerosos agentes- para hablar con su esposa sobre el incidente. “Me pareció raro tanta cantidad de policías. Me acerqué por atrás para ver qué pasaba, con mi teléfono en la mano, y ahí empezó todo”, explicó.
Según su relato, sin mediar palabra, un oficial le arrebató el celular y, al intentar recuperarlo, recibió un puñetazo en la boca. “Retrocedí, me desequilibré y un policía me puso una zancadilla mientras otro me tiró al suelo. Caí de espalda y uno se me tiró encima”, detalló.
Agregó que lo golpearon con una cachiporra, impactándole el ojo derecho, lo que le provocó la pérdida total de la visión en ese ojo. “Me pegaron con tanta fuerza, que ahora sólo veo negro. Sufro puntadas, como si me clavaran un clavo, desde el ojo hasta la nuca, que me paralizan”, relató. Tras este hecho, los policías lo llevaron a la comisaría, donde fue encerrado en un pasillo oscuro. “Cada policía que pasaba me pegaba. Era un pasillito con una piecita negra al fondo, y así me tuvieron un buen rato”, afirmó.
La tortura, dijo, continuó en un descampado cercano a la pista de aviación de Ingeniero Juárez. “Me golpeaban, me apretaban los genitales hasta casi reventármelos, sólo para sacarme la contraseña del teléfono. Querían borrar la grabación que tenía”, denunció. Contó -tanto a los diputados como a La Mañana en la entrevista- que los efectivos lo amenazaron con “violarlo, matarlo y asesinar” a su familia uno por uno. “Decían que me tirarían donde nadie me encontrara, para que me coman los chanchos, y que irían por los míos. Todo porque tenía el teléfono grabando un procedimiento que ellos sabían que estaba mal”, aseguró.
“Me golpeaban las costillas, la espalda, me doblaban los dedos, me apretaban las piernas y las partes íntimas”, describió Ismael, añadiendo que, en un momento, uno de ellos sacó un papel en blanco y le exigió que lo firmara. Al negarse, el oficial le apuntó con su arma reglamentaria a la cabeza y gatilló. “El primer disparo no salió. Estaba aterrado, no sabía si iba a vivir”, confesó. El policía revisó el arma, gatilló una segunda vez y, al fallar de nuevo, tomó el arma de un compañero y disparó una tercera vez en su frente, de acuerdo a su relato.
Amenazas
Ifrán contó a La Mañana que lo subieron a una camioneta rumbo a Los Chiriguanos y en el trayecto “metían sus dedos bajo mis costillas, estiraban mi piel, me causaron fisuras y rupturas”, detalló. “Decían que me violarían, que me meterían la cachiporra (por el ano), que me tirarían para que los chanchos me comieran”.
En Los Chiriguanos, fue llevado a una salita médica. Dijo que allí, un policía lo amenazó: “Si abrís la boca, te matamos y te tiramos por ahí”. Atemorizado, Ismael sólo dio su nombre y mencionó un dolor en los riñones. La doctora pidió que le quitaran las esposas para revisarlo, y fue entonces cuando vio el estado de sus manos: “Estaban negras, moradas, cortadas por las esposas. No sentía los dedos”. Aunque le recetaron un calmante, los policías nunca se lo dieron.
Causa
Ifrán planteó ante los diputados nacionales –y lo ratificó a La Mañana– que la Justicia local no avanzó con la causa. “Está congelada. No se mueve. Por eso pedí a los diputados nacionales que se haga justicia y que el caso pase al fuero federal, porque ocurrió en la ruta 81, que es jurisdicción federal”, explicó.
Ifrán se mostró dispuesto a colaborar con pericias federales: “No tengo problema en mostrar todos los lugares donde pasó esto”.
Finalmente, detalló el perjuicio para el resto de su vida: trabajaba en albañilería para una empresa, pero la pérdida de visión le impide continuar. “Ya no me toman por las máquinas y herramientas. Intenté trabajar por mi cuenta, pero me corté los dedos con una amoladora. Tuve que vender mi motosierra porque no puedo usarla”, lamentó. Ahora, sobrevive limpiando terrenos por 50.000 pesos, una suma insuficiente para mantener a su familia. “Antes cobraba quincenal y subsistía. Ahora no alcanza ni para comer al día”, añadió.