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Ley Brisa: ya nadie ayuda a los huérfanos de femicidios

Ley Brisa: ya nadie ayuda a los huérfanos de femicidios

En el primer semestre de 2024 fueron 151 los hijos que perdieron a sus madres en hechos de violencia de género. La ley no se aplica desde diciembre pasado, no hay altas y no se sabe dónde realizar el trámite.

La Ley Brisa cumple hoy seis años. Desde diciembre que no se aplica.Fuente; https://www.diariopopular.com.ar/

Sólo en el primer semestre del año, 151 chicos se quedaron sin sus madres porque fueron asesinadas en hechos de extrema violencia machista. Las estadísticas dicen que son «las víctimas colaterales» de los femicidios y que ya son 4.500 en la última década y media. Brisa es una de esas niñas que perdieron a su mamá y una Ley lleva su nombre.

La Ley cumple hoy seis años

El 4 de julio de 2018, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de reparación a hijos e hijas de madres víctimas de femicidios, por lo que niñas, niños, adolescentes o jóvenes cuyas mamás fueron asesinadas en hechos de violencia de género pueden cobrar hasta que cumplan 21 años el equivalente a una jubilación mínima (y en el caso de alguna discapacidad, de por vida).

Daiana de los Angeles Barrionuevo tenía 24 años cuando desapareció el 20 de diciembre de 2014. La encontraron muerta tres semanas después, el 10 de enero de 2015, dentro de una bolsa de consorcio en un arroyo de Moreno. La había asesinado su pareja, Iván Rodríguez, de quien pretendía separarse. Daiana tenía hijos gemelos de 7 años, y a Brisa, de 2. Primero se fueron con su abuelo, hasta que Cintia, su tía, hermana de Daiana, los llevó a su casa.

Las estadísticas de la asociación civil La Casa del Encuentro revelan que 7 de cada 10 femicidios en Argentina se cometen por la pareja o ex pareja de las víctimas, que suelen ser los padres de los hijos e hijas que quedan huérfanos al mismo tiempo: madres muertas, padres encarcelados. Algunos se suicidan, otros se profugan. Lo concreto es que ese padre también está perdido para los niños, y de hecho la Justicia en la mayoría de los expedientes les quita los derechos sobre ellos.

La mayoría de los hijos e hijas de las mujeres que han sido asesinadas pasan a vivir con familiares que asumen la responsabilidad de criarlos y mantenerlos. La tía de Brisa -hoy de 12 años-, por ejemplo, tenía tres hijos, y desde el asesinato de su hermana, cría y mantiene a seis, junto con su marido Marcelo.

Los informes sobre femicidios también confirman que muchas de las mujeres asesinadas habían denunciado por violencia a sus asesinos. Alertas que no llegaron a convertirse en protección, seguridad concreta, que permita evitar el hecho trágico.

Así, la Ley Brisa es una ayuda, pero también una reparación. Un reconocimiento del Estado por no haber evitado esa muerte. Y el deber de la sociedad de garantizar derechos a niños, niñas y adolescentes. Las hijas y los hijos de las víctimas son responsabilidad de todas y todos.

Antes de ser votada en 2018, el proyecto de Ley Brisa estuvo dos años en el Congreso sin moverse. Luego, comenzó un lento camino de implementación, que derivó en la conformación de la Comisión Permanente de Seguimiento (CoPeSe) de cada situación, integrada por equipos técnicos de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF), el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de Nación (MMGyD) y la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), para todas las tareas relacionadas al Régimen de Reparación Económica (RENNyA).

Hasta diciembre pasado, el reclamo generalizado para la Ley Brisa era la necesidad de que la reparación sea universal y llegue efectivamente a todos los chicos y jóvenes que perdieron a su madre en femicidios, en relación a problemas de la letra chica de la ley que propone, por ejemplo, la necesidad de que los beneficiarios sean hijos biológicos del autor del femicidio. La interpretación fue mutando desde el Estado para que la reparación llegue a los hijos de las mujeres asesinadas, sin importar otras cuestiones.

Sin embargo, con la actual administración nacional el mapa para la Ley Brisa cambió abruptamente. La organización Atravesados por el Femicidio, que nuclea a familiares de víctimas, viene alertando que desde el 10 de diciembre pasado no hay altas para la reparación.

De esta manera, los hijos de mujeres asesinadas desde que asumieron las actuales autoridades no reciben ese derecho. Tampoco tienen dónde anotarse o comenzar los trámites.

Mientras tanto, se sigue con atención lo que ocurre con las más de 1.400 reparaciones que se emitieron antes, mientras en distintas provincias se denunciaron interrupciones o atrasos en el pago. El panorama desolador se completa con el CoPeSe disuelto, lo mismo con el MMGyD, equipos enteros de la Senaf que fueron echados y ajustes en la ANSES.

 

 

Uruguay: conmoción por el femicidio de una joven cuando iba a la facultad

Uruguay: conmoción por el femicidio de una joven cuando iba a la facultad

Bárbara Cecilia Prieto, de 24 años, fue violada y asesinada en la localidad de Rivera, en Uruguay. Las cámaras der seguridad muestran el ataque de un sujeto, quien fue detenido.

La estudiante universitaria estaba desaparecida desde el pasado martes y la encontraron en un descampadoFuente: https://www.diariopopular.com.ar/

Un brutal femicidio causa conmoción en Uruguay: una joven de 24 años fue violada y asesinada en medio del trayecto que hacía a diario, a pie, hacia la facultad, el Instituto de Formación Docente (IFD), ubicado en la localidad de Rivera. Por el femicidio, hay un sospechoso detenido.

Los familiares de la víctima, identificada como Bárbara Cecilia Prieto,realizaron la denuncia el mismo martes, a las 19, cuando notaron que no había llegado a su casa y que tampoco había asistido al Instituto. Su hermano tenía activada la localización en tiempo real de Bárbara por lo que le resultó llamativo que no llegara a destino.

De inmediato se inició un opertaivo para dar con la estudiante, quien fue hallada en un descampado, boca abajo, semidesnuda, con heridas y cortes en el cuerpo. Luego de realizar las primeras investigaciones, las autoridades detuvieron a un joven de 20 años -de nombre Anderson Isaías Sosa- que fue registrado por cámaras de seguridad cuando iba en bicicleta y la atacó.

El hombre quedó grabado en el instante exacto en el que llega, aborda a Bárbara por la espalda y la arrastra hasta el descampado en el que un día después fue encontrada sin vida.

Los restos de la estudiante estaban «sobre unas malezas, decúbito ventral con la cabeza hacia el sur y los pies hacia el norte, semidesnuda”, según reportó la Policía de Rivera que realizó el hallazgo, tras la denuncia por desaparición.

Alejandra Domínguez, la fiscal que investiga el caso informó que la causa “se formalizó por femicidio porque, previamente, existió una agresión sexual”. Además, antes de asesinarla, el agresor le propinó varias heridas cortapunzantes” que le provocaron “sufrimientos innecesarios”, antes de ultimarla, según la funcionaria.

Por la tarde, el jefe de Policía, José Azambuya, había declarado que la primera hipótesis que manejaban es que la mujer fue violada antes de ser asesinada.

La fiscal agregó que el asesino no tenía ningún vínculo con Bárbara. “Lamentablemente estaba en el momento y en el lugar equivocado cuando se encontró con una persona que tiene un total desprecio por la vida. Pero no era el novio”, declaró. El novio de Bárbara es un policía que estaba en Montevideo siguiendo “desesperado” las información que le llegaba sobre su pareja.

Domínguez indicó que este delito tiene una pena que va de 15 a 30 años, pero señaló que la Fiscalía puede pedir ampliar la condena a 15 años más.

El caso generó una fuerte conmoción en Rivera y en Uruguay. A la salida del juzgado, el joven fue fuertemente repudiado por un grupo de personas que observaba detrás de una valla. El resto de los presos del centro penitenciario de Rivera también lo insultaron cuando llegó al lugar de reclusión.

Prieto estaba a dos materias de recibirse de maestra Julia Brasil, la directora del instituto en el que estudiaba, la recordó como una “chica maravillosa”, “muy responsable” y “alegre”. “Era una chiquilina que realmente se veía que tenía vocación para el magisterio, que sentía placer en el trabajo con los niños”, declaró.

La directora recordó que en el instituto se fijaron en el sistema de gestión de los estudiantes y ahí notaron que no había asistido el día anterior.

Bárbara era cristiana y formaba parte de una comunidad evangélica. El pastor Nélson Da Rosa repudió la “crueldad” con la que asesinaron a la joven. “Estamos consternados, muy tristes, también indignados. De verdad a uno le duele mucho porque es como una hija”, comentó.