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El doctor Víctor Fernández, director del Hospital de la Madre y del Niño, reveló que durante este año atendieron a tres bebés de entre 6 y 11 meses, con intoxicación por cocaína. Según dijo, estos casos suelen producirse cuando los padres son consumidores y el niño resulta expuesto a la droga ya sea por leche materna o incluso ya desde la gestación.
«En el transcurso de este año van tres pacientes, de 6 meses, 10 meses y 11 meses, que fueron internados con el diagnóstico de intoxicación por cocaína», reveló Fernández.
Explicó que, si bien los pequeños llegan por otros síntomas como «un síndrome de interés respiratorio» o «por infección«, los profesionales logran identificar la intoxicación por cocaína a través de los estudios. «Cuando ven algo irregular, cuando el paciente está muy irritable, que no se calma con nada, de acuerdo a la presentación clínica del paciente, cuando se ve algo más raro de lo habitual, entonces se comienza a indagar en ciertos aspectos para tratar ya un diagnóstico», dijo.
El protocolo que sigue el hospital ante estos casos incluye una exhaustiva evaluación médica y la denuncia correspondiente ante las autoridades. “Nosotros tenemos que hacer la denuncia policial a través del servicio social, activando el protocolo para proteger al niño y, en algunos casos, actuando junto con la Dirección de Minoridad y Familia”, precisó Fernández.
En algunas ocasiones, son otros familiares, como abuelos o tíos, quienes llevan a los niños al hospital, y no siempre los padres, lo cual genera una dinámica de sospechas y tensiones familiares.
Según explicó el médico, a veces los padres o tutores niegan inicialmente el consumo de drogas, lo que obliga al equipo médico a insistir en la autorización para realizar estudios específicos. “Cuando los padres niegan el consumo, a veces es un familiar quien revela la situación, y así se logra avanzar en el diagnóstico”, mencionó.
Consecuencias
Consultado sobre las consecuencias de esta situación para los niños, señaló que pueden derivar en «trastornos neurológicos a futuro«, incluyendo «algunos que llegaron con un síndrome convulsivo«.
En algunos casos de intoxicación severa, los pacientes pueden llegar a presentar convulsiones, lo que agrava el riesgo de daño neurológico. “Algunos de estos pequeños llegaron con un síndrome convulsivo, y a futuro no sabemos cómo quedarán”, señaló Fernández.
Las secuelas en los niños intoxicados podrían ser irreversibles y afectar su desarrollo neurológico, aunque en cada caso la evolución depende de la cantidad de sustancia y el tiempo de exposición.
El proceso de atención médica para estos pacientes es delicado. El tratamiento consiste en la administración de suero para facilitar la eliminación de la sustancia a través de la orina.
Finalmente, Fernández hizo un llamado a la prevención y recomendó a los familiares «evitar que ese niño pueda estar en contacto» con las drogas consumidas por los padres.
Además, aconsejó que, ante la sospecha de que un niño esté en contacto con drogas, los familiares cercanos deben alertar a las autoridades. Esto es especialmente importante para aquellos familiares que no consumen pero que observan cambios en el comportamiento del niño o del ambiente.
La recomendación es realizar una denuncia formal si se detecta que un adulto está exponiendo a un menor a situaciones de riesgo. “El mejor resguardo para los menores es la intervención de la familia, que debería actuar antes de que la situación se convierta en una emergencia médica”, sostuvo.
Consumo
En otro orden, Fernández también destacó que el consumo de sustancias entre adultos se ha incrementado y que las intoxicaciones en menores podrían ser parte de esta tendencia. “En Formosa, además de la cocaína, también hay problemas con el alcohol, benzodiacepinas (psicotrópicos) y marihuana”, mencionó. Sin embargo, subrayó que la cocaína es la droga que presenta mayores riesgos inmediatos para los menores, debido a su alta toxicidad.
En el hospital, los adolescentes que consumen otras sustancias, como benzodiacepinas y alcohol, a menudo también requieren atención, aunque en estos casos se realiza un procedimiento de lavado gástrico, pues la intoxicación suele ser por vía oral. En cambio, en bebés, los casos de intoxicación tienden a ser inhalatorios o por la lactancia, por lo que no es necesario un lavado gástrico.
“Es un problema de salud pública que no sólo afecta a los hospitales, sino a toda la sociedad. La comunidad debe estar alerta, y los profesionales de la salud continuaremos trabajando para proteger a los menores”, finalizó.