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Los remises sufren la caída de demanda en medio de altos costos operativos

Los remises sufren la caída de demanda en medio de altos costos operativos

La agencia Remises Norte se muda este viernes de su tradicional sede de la calle Pringles. Su propietario, Luis Esquivel, apuntó contra la competencia “desleal” de Uber, reconoció que conductores dejaron de usar la aplicación municipal pero destacó que aún hay personas que piden el servicio en la calle o por teléfono

Los remises sufren la caída de demanda en medio de altos costos operativos  - Diario La Mañana

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El sector de los remises profundiza su crisis, golpeado por la competencia de plataformas como Uber, la caída de la demanda y elevados costos operativos. Consultado por La Mañana al respecto, Luis Esquivel, propietario de Remises Norte, dijo que desde la pandemia, el sector no pudo recuperarse y lucha por mantenerse a flote.

Lamentó que la aplicación Fermoza, impulsada por la Municipalidad para digitalizar el servicio de remises, no logró consolidarse. “Es una hermosa aplicación, pero los remiseros no la adoptaron. Al principio hubo ajustes técnicos, pero luego los choferes se desmotivaron y dejaron de usarla”, explicó.

Actualmente, los pedidos se gestionan a la manera tradicional: los pasajeros llaman a las agencias y solicitan un móvil. La tarifa se calcula con una bajada de bandera equivalente al precio del combustible Súper más un 5% de ficha (unos 700-750 pesos), lo que resulta en un costo aproximado de 2.000 pesos por 1.000 metros o 10 cuadras, ajustado según el odómetro del vehículo o estimaciones manuales.

La demanda, según dijo, es irregular. “En horarios pico siempre hay movimiento, pero los sábados, domingos y feriados el centro se apaga, y la cantidad de pedidos cae drásticamente”, señaló. Antes, una agencia podía recibir entre 200 y 250 llamados por turno de 8 horas; hoy, apenas alcanzan los 50 en todo el día. Esta caída comenzó con la pandemia, que redujo la oferta de vehículos y llevó a muchos choferes y propietarios a abandonar el rubro.

“En 2020 teníamos 69 autos; en 2022, 33, y ahora sólo 10”, lamentó Esquivel, quien anunció que Remises Norte cerrará su local en la calle Pringles 167 y operará desde su domicilio en el barrio Mariano Moreno a partir de este viernes.

La irrupción de Uber agravó la situación. Esquivel calificó la competencia como “desleal”, ya que las plataformas digitales no enfrentan los mismos costos que las agencias, como alquiler, impuestos, operadores o servicios básicos. “Nosotros empezamos con un millón y medio en contra por estos gastos, mientras Uber no paga nada de eso”, afirmó. Además, las tarifas iniciales de Uber, mucho más bajas en determinados horarios, atrajeron a los pasajeros, aunque Esquivel señaló que el servicio de la plataforma también se redujo por el aumento del combustible y los márgenes poco rentables para los conductores.

Mantener una agencia de remises “ya no es redituable”, según el propietario. Por eso dijo que el futuro del sector es “complicado”, y que crear una aplicación propia cuesta entre 7 y 10 millones de pesos, una inversión inalcanzable para las agencias en crisis.

A pesar del apoyo municipal, que agilizó habilitaciones y eliminó trámites muy complicados como el carnet de sanidad, la “competencia desleal” y la caída de la flota dificultan la reconversión.

“Uber es un ingreso extra, no te permite llegar a fin de mes por sí solo”, señaló un conductor

Habiendo irrumpido en la ciudad hace menos de dos años, Uber se consolidó en la elección de pasajeros, aunque algunos conductores afirman que trabajar con la aplicación sirve como un ingreso extra, mas no como trabajo fijo.

Pedro, un chofer con 15 meses de experiencia en la plataforma, explicó que aún hay pasajeros que no entienden cómo las tarifas de Uber fluctúan según la oferta y la demanda, un mecanismo que dispara los costos en momentos de alta solicitud, como entre las 3 y 5 de la madrugada tras el cierre de boliches. “Un viaje que normalmente cuesta 2.000 pesos puede salir 10.000. Los pasajeros se enojan, pero nosotros no controlamos las tarifas, estamos atados a la plataforma”, señaló.

Esta situación genera conflictos, ya que los usuarios, al ver precios elevados, culpan a los conductores, quienes tienen apenas segundos para aceptar un viaje sin poder negociar.

En términos económicos, indicó que los incrementos en las tarifas base son mínimos y apenas perceptibles para los conductores. Por ejemplo, el costo por kilómetro pasó de 889 a 1.050 pesos, pero con descuentos, puede bajar a 889 nuevamente. Uber distribuye los ingresos entre usuarios, conductores y la plataforma, dejando márgenes ajustados para los choferes.

“No vivimos de esto. Yo trabajo cuatro horas diarias, busco horarios pico y gano unos 500.000 pesos semanales, pero hay quienes hacen 12 horas y no les alcanza para alquiler, servicios y el auto”, explicó. Destacó que los fines de semana, especialmente en horarios nocturnos, concentran el 80% de sus ingresos. Un sábado reciente, con 14 viajes de al menos 4.000 pesos cada uno, recaudó entre 70.000 y 80.000 pesos en cuatro horas. Sin embargo, subrayó la importancia de seleccionar viajes rentables: “Si es menos de 2.000 pesos, lo dejo pasar. Un viaje de 1.000 pesos para dos kilómetros no vale la pena”.

El conductor también reflexionó sobre el contexto económico y laboral de Formosa. “Uber es una ‘changa’ extra, no un trabajo genuino que te permite llegar a fin de mes. La mayoría lo usa como complemento porque no hay empleos estables”, afirmó. Además, señaló el riesgo financiero de la actividad: los conductores invierten unos 20 millones de pesos en sus vehículos, enfrentando el temor de accidentes o desgaste sin una red de seguridad.